Un día en el taller… que nunca debí haber empezado

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A Day in the Workshop… I Should’ve Stayed in Bed

Hay días en los que te levantás inspirado, con mil ideas para proyectos increíbles. Y después, están esos otros días. Esos en los que todo sale tan mal que pensás: “¿Por qué no me quedé en la cama?” Este es el relato de uno de esos días en el taller.

Empezó bien, como siempre. Un café, mis herramientas listas, y el entusiasmo de construir una pequeña estantería para el taller. Nada complicado, pensé. Solo unas tablas, un poco de pegamento y tornillos. Fácil.

El primer error llegó rápido. Decidí cortar las tablas sin medir dos veces porque, claro, confiaba en mi "ojo entrenado". Para cuando terminé, tenía cuatro piezas del mismo tamaño... pero el diseño necesitaba dos más largas. Primera pausa del día para recalcular y cortar nuevas tablas.

Cuando por fin llegué al ensamblado, me sentía confiado otra vez. Agarré el pegamento y pensé: “Mejor que sobre y no que falte.” ¡Y vaya si sobró! Mientras ajustaba las tablas con las prensas, el pegamento se desbordó como una cascada pegajosa. Mi taller parecía un experimento científico fallido.

Pero el golpe final llegó con los tornillos. Todo parecía estar en su lugar, hasta que di vuelta la estructura para admirar mi trabajo. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que había atornillado el estante ¡del lado equivocado! La estantería estaba completamente al revés.

Me quedé mirando mi creación, con pegamento por todas partes, tornillos mal puestos, y mis tablas llenas de marcas innecesarias de cortes extra. Fue ahí cuando lo acepté: no era mi día. Cerré el taller, me lavé las manos (más bien, me despegué las manos), y decidí que lo mejor que podía hacer era reírme.

La carpintería es así. Hay días en los que todo fluye, y otros en los que parece que hasta el serrucho está en tu contra. Pero ¿sabés qué? Son estos días desastrosos los que más historias dejan para contar.

Así que, si alguna vez te pasa algo parecido, no te preocupes. Nos pasa a todos. Reí, aprendé del desastre, y mañana será otro día para volver al taller.

¿Y vos? ¿Tuviste algún día en el que pensaste que el taller estaba conspirando contra vos? Contame, me encantaría leerte.

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